Descontento: cuando no gustamos
En el mundo del espectáculo se tiene asumida la posibilidad de crítica, incluso de la más feroz. En un ámbito donde se vive de cara al público y de él se depende, nadie se lleva las manos a la cabeza porque el respetable exprese su acuerdo o desacuerdo con una buena o mala crítica -tanto profesional como del boca-oreja- o con las vías de hecho más básicas, simplemente, no ver el espectáculo ni comprar entradas. Así es el Juego de Hollywood. Y así era también, el entrañable mundo de Cinema Paradiso.
En nuestro teatro, sin embargo, las cosas no son así. O no lo habían sido nunca. El público, esto es, el justiciable, que es a quien nos debemos, tiene poco que decir ni que hacer cuando no le han gustado nuestras funciones. La vía de hecho está descartada, obviamente. No podemos dejar de acudir a…
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