Admiración: lo que nunca decimos

Con mi toga y mis tacones

Los seres humanos somos los seres más protestontes que hay. Nos gusta tanto quejarnos que olvidamos eso que dice el refrán castizo: una de cal y otra de arena. El cine reproduce Mis quejas hacia Dios, hacia los hombre y hacia quien sea y pocas veces somos capaces de hacer públicos los Aplausos.

En nuestro teatro reproducimos este comportamiento como nadie. Nos quejamos del contrario, de compañeros y compañeras, de funcionarios y de quien se presente cuando mete la pata –o cuando creemos que la ha metido- pero pocas veces nos detenemos a agradecer una buena atención, un buen trabajo o un esfuerzo. Y no debería ser así.

Por eso hoy estoy dispuesta a remediar ese error y, aprovechando un caso mediático y un trabajo ejemplar, voy a manifestar abiertamente mi admiración a quien la merece. A pesar de que sé de buenísima tinta que le…

Ver la entrada original 1.564 palabras más

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: